Tal vez con mayor frecuencia de la que nos gustaría, detectamos que las empresas no son el mejor lugar posible para dar cobijo al nacimiento de nuevas ideas o para el descubrimiento de renovadas soluciones. Tanto desde el plano colectivo como desde la óptica individual, las empresas y los profesionales intentan, mientras pueden, aplicar todo su esfuerzo y poner en juego todos los recursos posibles para obtener el mejor rendimiento, alcanzar los mejores resultados o lograr la ansiada excelencia.
Lo cierto es que no siempre queda claro qué es lo que se persigue o cuáles son los procedimientos correctos para conseguir todo aquello que se espera de nosotros. Es obvio que en tal estado de cosas, la confusión sea un estado frecuente en el devenir cotidiano de personas y organizaciones. Además, esta no parece ser la actitud más correcta para encarar la inevitable gestión del cambio o afrontar los procesos de innovación que habrán de acompañarnos en el seno de cualquier compañía competitiva.
A estos efectos, vamos a detenernos a revisar algunas ideas clarificadoras basadas en la neurociencia y formuladas por el psiquiatra Edward Hallowell, fundador de los prestigiosos Centros de Hallowell.
Edward Hallowell hace referencia a una ‘enfermedad’ llamada desconexión que afecta a empresas y a profesionales, que tiene la capacidad de propagarse como un virus, y poder suficiente para arrebatar a las organizaciones todos sus fluidos vitales.
Por este proceso, vivimos bajo el riesgo permanente de quedarnos ‘en fuera de juego’, en un entorno en el que los incesantes cambios rompen cualquier conexión entre el entorno productivo y los propios empleados. Con inusitada rapidez, lo nuevo se convierte en viejo, lo rápido se transforma en lento, lo privado pasa a ser público o la lealtad desaparece y deja su lugar a la desconfianza. Apenas conseguimos establecer o percibir conexiones, los procesos se encargan de dinamitarlas y sembrar sensaciones de desconcierto que nos desorientan y nos sitúan al margen de nuestro papel.
Para combatir la desconexión, el especialista Edward Hallowell nos habla del ciclo de la excelencia. Está integrado por una secuencia de cinco pasos diferenciados:
Seleccionar las tareas adecuadas
Elegir bien las tareas a realizar en cada caso lleva implícito un enorme potencial de ayuda para promover una mejor adaptación persona-empresa y persona-trabajo. Si conseguimos esto, estaremos en la mejor vía para aumentar la satisfacción laboral, impulsar la motivación, mejorar el rendimiento y reducir el estrés contextual. Para ello, Hallowell nos indica que la clave es pasar la mayor parte del tiempo de trabajo en la intersección de tres esferas críticas: lo que te gusta hacer, lo que mejor sabes hacer, y lo que agrega valor a la organización. Si cada empresa se esfuerza en encontrar ese espacio de intersección conjuntamente para cada equipo o persona, estaremos más cerca de la excelencia, del éxito y del bienestar laboral.
Conectar con las personas
La conexión con las personas es el vínculo imprescindible para lograr una experiencia individual o colectiva que despierte sentimientos de unión, de lealtad, de entusiasmo, de inspiración, de comodidad, o incluso de motivación para sacrificar tu tiempo y tu esfuerzo por el bien de la organización. Establecer ‘conexiones’ es la única manera de formar equipos capaces de trabajar con intensidad, de consolidarlos o de hacer aparecer sensaciones positivas como correlatos del esfuerzo para alcanzar objetivos comunes. En el otro extremo, es necesario subrayar que la desconexión solo acarrea sentimientos de temor, ansiedad o desconfianza personal y grupal. El establecimiento de relaciones personales y profesionales sólidas en el trabajo debe ser una prioridad.
Jugar con los problemas
Si se ha seleccionado la tarea adecuada y esta se desarrolla en un entorno conectado, no resulta difícil establecer algún tipo de implicación y de participación imaginativa con la tarea, en un estado que puede llamarse de juego. El juego es la actividad intelectual que permite desarrollar con mayor facilidad ideas, enfoques y planes de acción. Además, el estado de juego en una tarea es el que promueve un mayor estado de atención y concentración, casi siempre con resultados más fructíferos.
Trabajar duro para alcanzar una meta difícil
Cuando se han completado los primeros tres pasos de este ciclo de la excelencia de Hallowell, una persona puede estar tan atrapada en lo que hace que puede llegar a perder la conciencia de sí mismo, ayudada por el estado de juego y por las sensaciones placenteras que este le depara. Parece cierto que las personas rara vez tienen éxito en cualquier reto, a menos que se divierten haciéndolo.
Reconocimiento
El último y necesario paso para completar el ciclo de la excelencia es recibir y disfrutar el reconocimiento por los propios logros conseguidos. Este reconocimiento ha de llegar a personas y equipos de parte de la organización y de los propios compañeros. Es la base para conseguir que el ciclo de la excelencia se repita y se convierta en un hábito dentro de cada compañía.
Imagen: Terrenero
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